DIALOGO
SOBRE LA
DEMOCRACIA
ALEJANDRO URIBE BEDOYA
El autor es un escritor e historiador que fue expulsado de varias instituciones de Colombia por sus conocimientos sobre el fascismo. Él fue expulsado de la FLACSO sede México por profesores franquistas españoles y argentinos que le impidieron graduarse como maestro en Ciencias Sociales. Fue vetado en la Universidad Tecnológica de Pereira y expulsado de varios colegios entre ellos el Colegio “Manuel Elkin Patarroyo” de donde lo licenciaron por crear un cine-club antifascista, del Colegio Aquilino Bedoya por defender las comunidades indígenas y del Colegio Agustín Nieto Caballero por crear un sindicato de educadores por contrato. Él ha sido adoptado como refugiado político por el Estado de Ginebra en Suiza y allí continúa sus estudios sobre la sociedad colombiana.
DIALOGO
SOBRE LA
DEMOCRACIA
ALEJANDRO URIBE
BEDOYA
La
palabra Democracia es una de las que más se han puesto de moda para señalar los
procesos de transición desde dictaduras militares en América Latina desde la
década del ochenta.
La
Democracia supuestamente es el Régimen Político de las sociedades actuales, la
burguesía precisamente surgió en el mundo en los siglos XV y XVI agitando esta
idea, se enfrentó con esa reivindicación a las viejas monarquías feudales y
continuó a lo largo de la historia reivindicando la igualdad, la libertad, la
fraternidad basadas fundamentalmente en la palabra Democracia.
Dicen
los dirigentes políticos colombianos: "es que no hemos podido entender que
en nuestro país haya tanta violencia si somos una sociedad democrática y un
ejemplo de democracia", "defendamos la democracia", esa es la
gran consigna de los empresarios, sacerdotes, militares y oligarquías. Defendamos, cual democracia?, Democracia no
existe, la simple democracia delegativa es una forma de democracia, pero no es
la democracia en sí, es inclusive una forma que en estos momentos se encuentra
revaluada; hoy por hoy se habla de la democracia participativa por encima de la
delegativa; en Colombia la participación no se ha puesto en marcha en el pleno
sentido de la palabra, el participar es antagónico a los intereses
capitalistas, ningún burgués estaría de acuerdo por ejemplo en que los obreros
participasen de la redistribución de la plusvalía y de las ganancias al final
de un período de trabajo y ningún terrateniente estaría de acuerdo en la
redistribución de la renta de trabajo; así, la democracia participativa es una
de las grandes utopías a construir y es una de las partes importantes de la
Cultura Humana.
A
la democracia típica de las relaciones capitalistas, la podemos caracterizar
como democracias aristocráticas, esta es una democracia en donde
fundamentalmente mandan ciertas aristocracias, ciertos sectores burocráticos y
de clase que son los que realmente hegemonizan el poder y manejan la sociedad
según sus intereses; "democracia restringida", "Democracias
elitizadas", lo cierto del caso es que esta es antagónica precisamente a
la "Democracia democrática", que es el término que corresponde a la
democracia dentro de una cultura humana.
El
fenómeno de la Democracia también lo podríamos explorar desde el estudio de la
personalidad democrática del individuo; dentro de las sociedades capitalistas,
la personalidad individual democrática es supremamente rara en el ciudadano
común, los ciudadanos propios del capitalismo son de una personalidad
autoritaria muy férrea; la burguesía y su autoritarismo interiorizan las normas
autoritarias en el individuo y colonizan su personalidad a través de la
verticalidad antidemocrática. Es decir,
que el individuo asume la forma autoritaria que corresponde al capitalismo, por
ello la crisis tan fuerte de nuestras sociedades, el fenómeno tan arraigado de
la violencia, la descomposición familiar, los enfrentamientos de clase, la
sobreexplotación del ser humano y la crisis ética; ni aún las acciones pedagógicas
en la escuela son capaces de crear personalidades democráticas, ello se nota
fundamentalmente en los altos índices de abstención político-electoral propios
del capitalismo; el abstencionismo en Colombia ha llegado hasta el 75%, solo el
25% de las personas aptas para votar acuden a las urnas, en ocasiones lo hace
el 45%, pero es un grado de abstención elevado, ello refleja una crisis de la
personalidad democrática que también muestra la despreocupación del ciudadano
en la fiscalización del Estado.
Es
muy poco lo que la sociedad civil hace por fiscalizar a la clase política, por
eso los niveles tan elevados de corrupción y de impunidad que hacen de nuestros
países sociedades supremamente invivibles para un grueso número de la población
e inundadas de oportunistas, de ladrones y de gentes sin ética para gobernar,
eso es parte también de la crisis de la personalidad democrática que es escasa
dentro de las sociedades burguesas, aún los aparatos educativos no forjan
personas democráticamente estables, enseñan contenidos sobre democracia pero su
meta no logra el fin de forjar la individualidad democrática. El perfil autoritario de nuestra educación lo
que hace es alimentar la antidemocracia que se reproduce de generación en
generación.
Así,
se nota que el autoritarismo es un fenómeno peculiar en las mujeres, en los
hombres, porque nuestras sociedades no los acostumbra a ser democráticos, sus
padres fueron antidemocráticos y autoritarios, sus profesores igual; el
profesor democrático es un subversivo. El autoritarismo está estrechamente
ligado al desarrollo también de personalidades religiosas, por eso la
intolerancia tan fuerte en nuestras sociedades, la despreocupación, la
inconsciencia, la complacencia frente a los malos gobernantes y
administradores, eso es parte de la crisis de la democracia; la crisis de la
personalidad democrática lo que hace es generar crisis en otros niveles, porque
cuando los seres humanos son demasiado autoritarios, hasta el medio ambiente
sufre las consecuencias de su autoritarismo.
La
contaminación ambiental es una manifestación de ausencia de democracia, de
violencia contra el medio ambiente; si fuéramos más democráticos los seres
humanos nos preocuparíamos por el medio; nos encontramos entonces con un
conjunto de prácticas antidemocráticas que niegan el carácter democrático del
capitalismo. La propuesta es crear una
cultura humana en la cual la democracia democrática se convierta en el centro
de convivencia de todos los seres humanos, esa cultura humana estaría
fundamentada en la dictadura de la democracia real por encima del
autoritarismo.
En
el ámbito económico por ejemplo, el reequilibramiento de las relaciones
sociales y la puesta en marcha de una igualdad real; en el ámbito político
también, la creación de una democracia democrática que sea capaz de equilibrar
las relaciones políticas entre los hombres y que excluya todos los sectores
autoritarios, que implemente formas democráticas mucho más progresistas como la
democracia participativa y en el ámbito cultural, también la democracia
cultural, importante para el respeto de las identidades, para la participación
de los sectores sociales en condiciones de equivalencia, sin discriminación. En el ámbito social, la democracia
democrática como parte fundamental de la cultura humana estaría dirigida a
erradicar la desigualdad social tan enorme y el Apartheid social tan grande que
existe en las sociedades postmodernas, a poner fin a la ley de la existencia
segregada, a que nos condenan las sociedades capitalistas, liquidarla de lleno
y generar un equilibrio fuerte en la sociedad que ponga fin a los sectores
oligárquicos y ahuyente el fenómeno de la pobreza, así tendríamos una sociedad
plenamente equilibrada.
Ello
es vital en una sociedad forjada en la cultura humana porque ayuda a crear
mundos igualitarios, mundos en donde los hombres se valoran por lo que hacen,
por lo que aportan y entregan a la sociedad y no por esas relaciones que impone
el Apartheid social, esas expresiones plásticas como la moda, el mundo de la
riqueza y del Jet Set que son los que hacen que los seres humanos sean
discriminados; hay personas con valores excepcionales, con cualidades sin igual
que culminan opacadas por estas sociedades, ellas matan su genialidad por el
hecho de no pertenecer a determinado grupo social; no vestirse de determinada
forma, no acoplarse al mundo de plasticidad que nos exige la postmodernidad y
que cada vez es mucho más valorado.
La
cultura humana que proponemos, se basa en el reconocimiento de la performance
de los individuos, de lo que hicieron y están haciendo ya que la sociedad
capitalista nos impone un hábito perverso cual es la ley del úselo y tírelo:
utilizar un individuo al máximo, de explotarlo e inclusive desconocer lo que
ese individuo ha hecho en el pasado y después tirarlo como cuando uno utiliza
un papel, escribe sobre él y después lo tira a la basura, así trata el
Capitalismo al ser humano, la cultura humana que estamos proponiendo es diferente, es la liquidación de esa ley del
úselo y tírelo y es la liquidación también de la ley del Darwinismo social o la
ley del sálvese el que pueda que es perversa en un mundo en donde los
individuos nacen en unos casos sin ningún instrumento para sobrevivir y en
otros nacen con muchos, entonces esa ley del Darwinismo social es cruel y tiene
que ser negada si queremos construir una cultura humana.
Nos
encuentramos con multitud de ejemplos en esta sociedad, ejemplos que sirven
para establecer la forma tan desigual como son tratados los individuos.
Personas que vivieron muchos años, cincuenta, cuarenta, treinta en una finca
cultivando yucas, plátanos, trabajando en la agricultura, levantándose muy
tempranamente y culminaron en la ruina total; la crisis cafetera obligó a muchos
propietarios a vender sus tierras o entregárselas al INCORA; quién les reconoce
ese pasado de trabajo? el capitalismo?
no, el capital lo que hace es usar y tirar.
Nosotros proponemos dentro de la construcción de una cultura humana, lo
contrario, que el individuo sea reconocido como una persona que históricamente
le ha aportado a la sociedad y ese aporte se convierta en un elemento para
valorar su necesidad de supervivencia.
Hay
otras leyes como la ley de la existencia segregada y ese viejo criterio de
"amigo cuanto tienes, cuanto vales" o la valoración por riqueza. La cultura capitalista es una cultura de la
subvaloración, la cultura humana es la de la valoración; es una propuesta
utópica muy importante que puede motivar a mucha gente a luchar por un mundo
nuevo, la gente no tiene utopías serias, los religiosos están esperando el fin
del mundo, los socialistas están desorientados por el fracaso del socialismo
real y la sociedad civil sumida en la ignorancia política no tiene dentro de
sus expectativas ninguna utopía de trabajo, por eso la forma tan fácil como es
utilizada la persona en nuestra sociedad, la utilizan los políticos, los
militares, los sacerdotes, los evangélicos, todo mundo utiliza la gente de una
u otra manera.
Hay
personas que engañan con facilidad increíble a los seres humanos, les quitan su
plata, sus bienes y no hay ninguna respuesta humana; ello se debe a que las
personas no tienen una utopía de vida, lo que estoy haciendo es proponerle a la
gente que nos formemos en la utopía de construcción de una cultura humana en
donde la democracia democrática sea la razón de ser de toda la sociedad, donde
el hombre autoritario del capitalismo sea substituido por el hombre de la nueva
sociedad, así no pierde el tiempo la escuela, la que se dedicaría a formar
personalidades plenamente democráticas, reemplazar la religión por la nueva
ideología, la cientificidad y lo más importante enseñarle a los estudiantes a
practicar la democracia democrática; las escuelas, el colegio, las
universidades se transformarían en campos de experimentación muy amplios, en
campos enormes de trabajo en donde cotidianamente los individuos aprenderían a
interaccionarse democráticamente, no autoritariamente.
En
el ámbito económico por ejemplo, tendríamos también que luchar por construir
esa sociedad democrática que sea capaz de imponer la democracia económica por
encima de ese autoritarismo económico que nos impone el capitalismo; liquidar
las relaciones de explotación del hombre por el hombre, la necesidad del
trabajo colectivo para el desarrollo social y claro, la inversión en el
bienestar social antes que la inversión en fines perversos como la guerra, el
material bélico o las suntuosidades inservibles.
En
el ámbito político la construcción de una democracia democrática política, que
sea capaz de forjar personalidades políticamente democráticas que participen
plenamente del poder, que sean grandes administradores de la sociedad,
honestos, transparentes, personas que sean supremamente capaces de administrar
la sociedad de una manera democrática, de la misma manera los grandes
conflictos, de escuchar al oponente o contradictor y aceptar por ejemplo que la
desobediencia civil, los movimientos sociales son formas democráticas de
participación y deben tratarse democráticamente.
La
democracia cultural, una meta estratégica muy importante de la nueva sociedad,
el respeto a las identidades culturales, el fin de los racismos, de las
discriminaciones sociales, un equilibrio cultural entre los hombres que
signifique la liquidación de todas esas culturas prácticas que lo que han hecho
es dividir a los hombres y crear una frontera social que perjudica a los
sectores populares y beneficia sectores elitistas, especialmente oligárquicos
que son los que monopolizan toda la vida cultural para ellos. Observen lo que la televisión significa para
la postmodernidad, la tipología de los programas, la forma como se crean e
incitan las formas alienadas de consumo; el consumismo exagerado que es la
razón de ser de los medios de comunicación, el mundo plástico, el mundo
violento que ellos impulsan e inclusive ese mundo satánico al que le da
viabilidad la televisión; así, se trata de generar un equilibrio fuerte.
Refiriéndonos
a las características de la sociedad colombiana en relación con la democracia,
Colombia es un país que nació casi que con las mismas características de la nación
francesa en el año de 1789, nacimos agitando la democracia, la idea de
construir un orden democrático. 1810 por
ejemplo, fue un año en que los países latinoamericanos se rebelaron; la
rebelión contra la monarquía española reivindicó la democracia y la igualdad,
se crearon gobiernos supuestamente democráticos; las constituciones de 1810
abogaron por un régimen de igualdad, después vinieron las demás constituciones;
la constitución de la Gran Colombia, de los Estados Unidos de Colombia, de la
Confederación granadina y la constitución de la república de Colombia en 1886 y
la de 1991, fueron constituciones que reivindicaron la democracia como la forma
del régimen político.
Dentro
de estas constituciones han existido rasgos de antidemocracia fuerte; todas han
sido constituciones elitistas; hasta la de 1886 se despreciaron grupos sociales
como indígenas, negritudes, mujeres; a mucha gente se le aísló de la
participación electoral y ellos por largos años no practicaron el derecho al
sufragio; podían votar en las constituciones del siglo XIX solo los que
demostraran tener cierta cantidad de bienes, medida totalmente antidemocrática,
sin contar la antidemocracia económica.
Realmente el feudalismo español desde el punto de vista económico no desapareció del escenario colombiano hasta
principios de siglo y más adelante; fuimos un país de latifundios a lo largo
del siglo XIX; la esclavitud nunca desapareció hasta mediados del siglo antepasado
y continuaron las mismas relaciones feudales de la época colonial,
transformadas evidentemente por los cambios en las relaciones capitalistas de
la época; hoy por hoy se aprecian rasgos feudales en el campo colombiano.
La
influencia del clero es una influencia que data de la época del feudalismo; en
Colombia el clero ha tenido unos privilegios enormes y ha participado del
régimen de segregación; después de que les expropiaron los bienes se convirtió
en rectora cultural del país y se apropió fundamentalmente de la educación,
también el clero explota inmensas cantidades de seres humanos
que
se educan en las Universidades privadas a un costo supremamente elevado y les
permite a los sacerdotes acumular ganancias.
Colombia
atravesó por un proceso de urbanización muy fuerte a lo largo del siglo XX,
después de 1950 se empiezan a forjar las grandes ciudades, fenómeno
especialmente acelerado la violencia bipartidista de 1948 a 1957 hasta bien
entrados los inicios del Frente Nacional.
La fuerte población colombiana que se desplazó el campo a la ciudad
alimentó los grandes centros urbanos que crecieron a pasos agigantados a lo
largo de todo este siglo a tal punto que hoy, el 80% de la población colombiana
es urbana, convirtiéndose Colombia en un país plenamente urbano. Ello trajo aparejada una antidemocracia
diferente a la que se practicó a lo largo del siglo pasado; la antidemocracia
de hoy, además de ser rural, es una antidemocracia urbana.
Las
ciudades son los centros donde más se practica el autoritarismo, son los
espacios donde vive la mayoría de la población y donde existen las más fuertes
relaciones de segregación. En el campo
se dan los niveles más altos de pobreza, eso es cierto, pero, las relaciones de
Apartheid social, de segregación social en las ciudades son supremamente fuertes,
el colombiano es un habitante urbano y si nosotros hablamos de antidemocracia,
es necesario considerar que para explorar el fenómeno de la democracia
tendríamos que referirnos fundamentalmente al habitante urbano.
Es
democrática nuestra ciudad?, Cuales son las características de la democracia en
los centros urbanos? Las ciudades colombianas desde el punto de vista económico
reflejan ese antidemocratismo propio del Neoliberalismo; en los centros urbanos
se practica el autoritarismo económico, eso se nota fuertemente en el hecho de
que las ciudades son los centros económicos fundamentales del capitalismo, los
grupos sociales que existen son grupos que interactúan en base a la ley de la
existencia segregada. Tres grandes
mundos habitan la ciudad, el mundo de la oligarquía urbana, que se focaliza y
se localiza en espacios urbanos específicos, en Pereira, Pinares de San Martín,
Los Alpes y Los Alamos, en el norte en Bogotá, en Medellín, El poblado; al lado
de ellos, tenemos tres grandes sectores populares segregados, en Bogotá el
sector de Simón Bolívar, en Medellín las comunas nororientales, en Pereira los
barrios de Cuba y Villasantana, en Cali el sector de Aguas Blancas. Son sectores inmensos de pobres, que conviven
al lado de una clase media cada vez más debilitada.
La
clase media urbana ha sido fuertemente castigada a lo largo de las dos últimas
décadas; industriales, comerciantes, terratenientes urbanos y rurales que viven
en las ciudades y explotan desde ellas el campo, son los sectores más
acomodados; al lado de ellos, los sectores trabajadores que subsisten bajo
condiciones pésimas y con ellos, todos los sectores despreciados, marginados,
desempleados de todo tipo, vendedores ambulantes y personas que carecen de cualquier
medio para subsistir. Se nota entonces
un desequilibrio económico y con ello una fuerte práctica de la antidemocracia,
por ello la explosión de la violencia en niveles tan elevados.
Pero
la ciudad nuestra también es políticamente antidemocrática; son ciudades
hegemónicas desde el punto de vista político el partidismo hegemonista se
coloca por encima de la participación popular, la manipulación del poder en las
ciudades es una cosa increíble y ella se hace para beneficiar precisamente esos
sectores oligárquicos acomodados. Los
concejales legislan para los industriales, para los terratenientes urbanos,
para los comerciantes y no para los sectores populares, no hay representantes
de los sectores del pueblo en las alcaldías, los concejos municipales o las
asambleas departamentales; el control de la economía capitalista urbana
requiere del hegemonismo del poder para las oligarquías, esa es la ley del
capitalismo.
En
las grandes ciudades colombianas es el Partido Liberal el que ejerce el poder
hegemónico sobre la actividad política y administrativa; para poder conseguir
un favor político, hay que ser liberal.
Ello ha generado en las ciudades un autoritarismo político increíble y
con ello el aumento de los grados de conflictividad; hay que construir una
cultura política en la ciudad generadora de una democracia democrática o una
democracia multipartidista y participativa.
Desde
el punto de vista cultural, sucede igual, la oligarquía urbana posee su propia
cultura, ha creado su propia ciudad alejada de los demás sectores sociales,
posee sus teatros específicos, sus centros de recreación y diversión, sus
colegios, sus templos, sus cementerios; toda la vida oligárquica es una vida
aislada de la vida de la clase media, es una existencia que también forja sus
pautas de convivencia; la clase media tiene también sus propios cementerios
específicos, sus practicas rituales matrimoniales, sus pautas de vida
claramente diferenciadas de los sectores populares y esas mismas
características se encuentran en los sectores populares.
Desde
el punto de vista político, la ley de la existencia segregada o ley del
apartheid social, establece la diferenciación política correspondiente. La ciudad de la oligarquía tiene sus propias
y específicas expresiones políticas, son los Partidos de derecha, en Colombia,
el Partido Liberal, que es el Partido de la Oligarquía, lo mismo la clase media
y los sectores populares, quienes representan sectores desidentificados de su
quehacer social y siempre brindan su apoyo a las oligarquías.
Si
hacemos una exploración del habitante urbano, acertamos que Colombia es un país
urbano y podemos afirmar que esas relaciones de antidemocracia o de
pseudodemocracia en el interior de las ciudades colombianas tiene
originariamente que construirse bajo la bandera de la cultura humana. Los hombres tienen que crearla sólidamente y
el proceso pasa por todo lo que anteriormente expusimos, por democratizar las
relaciones económicas entre los hombres, que significa acelerar la
redistribución del ingreso, hacer que los trabajadores participen de la
redistribución de la plusvalía en el proceso de trabajo, de una manera más
equitativa; aceptar otro tipo de practicas económicas que para la oligarquía
son ilegales y que para los sectores marginados representan practicas de
subsistencia; hacer de la ciudad un espacio políticamente más democrático; las
ciudades nuestras son ciudades muy hegemónicas; por ejemplo, en Pereira todos
los alcaldes son liberales, también los concejales, hay una rutinización de la
vida política que perjudica la democracia porque obliga a la gente a tener que
ser liberal para participar de los favores estatales; también la
democratización de la vida cultural que significa romper con la hegemonía
cultural de los ricos en los medios de comunicación; el fin a la discriminación
social que es un problema cultural en las ciudades; los sectores sociales
forman su propio prestigio de acuerdo a lo que los grupos sociales son; los
barrios de la oligarquía nacen prestigiados y son barrios en los cuales una casa
cuesta mucho más dinero; los barrios de los sectores populares nacen
desprestigiados y los nombres de ellos también son discriminados, los tildan de
"ollas", "antros" y
ello perjudica a los habitantes, por el solo hecho de vivir allí.
Tenemos
que avanzar hacia la construcción de una cultura humana; Contribuir con nuestra
lucha y quehacer para mejorar las condiciones de vida de la población; crear un
fuerte movimiento político que sea capaz de imponer criterios importantes para
construir una utopía socialista renovada y con unas características diferentes.